Mmmmm que rico un kebab con su ¿carne?, tomate, cebollita, lechuga y sus salsitas que nos ponen. ¿Pero realmente todo eso lleva un kebab? Uy, y mucho más. A primera vista, cuando vas por primera vez a un establecimiento donde venden este tipo de comida rápida (no deja de serlo) nos puede dar un poco de asco el aspecto que tiene. Eso de ver un cuerpo pinchado en un palo, girando en torno a unas “parrillas” (véase el significado de kebab: “carne a la parrilla”) y que, además, desprenda un olor un poco raro… no es de buen gusto. Puede ser que al principio, la primera vez que lo pruebas, no llegue a gustarte del todo, pero el caso es que tiene algo que te engancha, ¿qué será?
Según la grandísima enciclopedia Wikipedia, un kebab está hecho con carne de cordero o pollo (también menciona algo de pescado pero no conozco ninguno así). Esa carne se combina, como ya he dicho anteriormente, con lechuga, tomate, cebolla… todo al gusto del consumidor. Bueno, pues todo ese mejunje de se coloca en un pan y ale, listo para comer. Eso es lo que aparentemente aparece en el plato, pero como esto es un blog relacionado con la alimentación, veamos qué lleva y cómo se prepara un kebab.
Y como una imagen (en este caso muchas imágenes) vale más que 1000 palabras….Hemos podido comprobar que el cuerpo que gira es realmente una masa compacta hecha con vísceras de animales (vaya usted a saber si son corderitos o pollitos), en las que se trituran formándose una especie de fideos largos y luego se pasan por una máquina en la que se marean esos fideos para darle esa pinta de chicle de color marroncillo con tan buena pinta. Esa masa se pincha en el palo en montoncitos y aquí tenemos el cuerpo que gira, solo falta ponerlo al fuego y listo. Todo esto, junto con el sudorcillo que desprenden los camareros (hay que tener en cuenta que están expuestos al fuego durante mucho tiempo) y un refresco como dios manda, hacen del Kebab un alimento exquisito.
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