Dientes pochos

Bueno pues la entrada de hoy la voy a dedicar a una de las enfermedades bucales más frecuentes en los niños (y no tan niños). Hablamos ni más ni menos de…. LAS CARIES.

Pero… ¿qué es exactamente la caries, señor? Así a grosso modo todos sabemos que la caries ocurre cuando tomamos muchas chucherías  en alto contenido en azúcar y que si no te lavas los “piños” pues hay algo que hace que los dientes se te pongan como picados. Efectivamente eso son las caries, pero ¿cómo el azúcar tan indefenso y rico nos puede dejar mellados? Cuando nos llevamos a la boca cualquier tipo de gominola, la glucosa que contiene la misma se queda incrustada (¿a quien no se le ha quedado un chicle pegado en los dientes y ha estado mucho tiempo con la lengua dándole para quitárselo?) por así decirlo, entre el espacio dental. Al cabo del tiempo (otro factor importante para la proliferación de la caries), esta glucosa hace que el pH salival baje, por lo que favorece la desmineralización del esmalte. Es entonces cuando llegan los lamentos.

Pero como casi todo en esta vida tiene solución, no hay de qué preocuparse, con prevención nos ahorramos muchos sustos. Lo primero que nos van a decir es que nos dejemos de comer guarrerías y que nos lavemos “el pozo” frecuentemente y no nos la descuidemos, para ello tenemos multitud de remedios: hilo dental, flúor (como el que nos daban de pequeños en el cole, si si, ese), y el cepillado.

Si ves que te empieza a doler mucho la zona dental afectada, empieza a preocuparte muchísimo, porque eso significa que la caries ha llegado al tejido interior del diente y eso ya suena muy “chungo” (un dato importante: la caries al principio no duele nada, ahora mismo puedes tener una caries y no saberlo). Así que si no quieres tener una boca como el señor de la fotografía anterior y parecerte al “cuñao”, deja de comer guarrerías y cuídate la boca, no sólo tú te lo agradecerás.